Por Karen Schang
La dependencia emocional en la pareja, es en estos tiempo, un tema fundamental para pensar y reflexionar. Los humanos al ser seres sociales, necesitan la compañía de los demás para vivir una vida plena y satisfactoria. Desde el nacimiento, dependemos absolutamente del otro para vivir, a diferencia de otras especies animales, el bebé humano es extremadamente vulnerable y necesita de otro ser más capacitado para satisfacer sus necesidades físicas y emocionales.
A medida que va creciendo y gracias a los cuidados recibidos, irá adquiriendo las facultades y capacidades para enfrentar el mundo. Si todo ocurre de la manera adecuada, el bebé podrá irse separando progresivamente de la madre, pasando de una dependencia absoluta, a una relativa.
Si todo marcha bien, se espera que en la adultez se pueda lograr cierta independencia. Decimos “cierta” independencia, debido a que los seres humanos, al ser seres gregarios por naturaleza, nunca llegamos a ser totalmente independientes, “en cierta” medida dependemos siempre del otro.
En un sentido más profundo, todos necesitamos recibir cariño, atención, sentir que los demás son importantes para nosotros y que también somos importantes para los demás, en un sentido amplio, podríamos hablar de necesitar reconocimiento. Sin reconocimiento, no existimos afectivamente.
Uno se podría preguntar, entonces ¿ser dependiente no es malo? En cierta medida la dependencia es positiva, el sentir que necesitamos del otro y que somos capaces de buscar un acercamiento hacia este. Inclusive un indicador de la enfermedad mental es el aislamiento. Pero, ¿qué pasa con aquellos que necesitan demasiado de otras personas? A estas personas en términos coloquiales, se les llama dependientes. Son personas que parecen necesitar una ayuda extrema para cualquier tipo de tarea, tareas incluso que para otros pueden ser muy sencillas. Pueden ser descritas por otros como inseguros, que necesitan constantemente la aprobación de los otros, inclusive pudiendo llegar a desatender sus propias necesidades por atender las de los demás.
Probablemente, las personas dependientes crecieron en un ambiente en donde sus necesidades básicas, tanto físicas como emocionales, no se satisficieron. Por lo que será más probable que tiendan a repetir relaciones en las que ocurra misma situación. Por ejemplo, orientándonos hacia el tema de pareja, si durante sus primeros años una persona no recibió cariño, atención y reconocimiento, probablemente de adulto tenderá a escoger parejas que reproduzcan esta misma situación. No es que esto suceda de manera voluntaria o sea parte de una decisión, sino es un proceso inconsciente. En ese sentido, la persona tiende a relacionarse de la manera en cómo aprendió a hacerlo.
El drama de las personas dependientes es que sufren de carencias afectivas profundas, pero buscan satisfacerlas con personas inadecuadas. Por ejemplo, una persona dependiente podría tender a relacionarse con personas distantes emocionalmente. En los casos más extremos, la dependencia podría llevar a que la persona se vea en la necesidad de soportar maltrato físico y/o psicológico con tal de mantener la relación afectiva con el otro.
Por otro lado, el otro extremo, es decir, las personas que se muestran como muy independientes y autónomas, que en apariencia no necesitan a otros, incluso llegando a ser indiferentes con los demás, también podrían ocultar una dependencia emocional. Es posible que esta manera de relacionarse con otras personas les permita protegerse ante un temido rechazo.
Es importante resaltar que los ejemplos mencionados en este artículo se han utilizado para graficar de manera general una posible explicación de la dependencia emocional. Para establecer un diagnóstico haría falta pasar por una evaluación exhaustiva, realizada por un profesional.
A través de la experiencia de una terapia psicológica, se buscaría fomentar una experiencia emocional correctiva, es decir, a través de la relación con el terapeuta se pueden reparar las carencias emocionales sufridas en el pasado y darles un sentido diferente en el presente. Esto no implica que la terapia sea la única manera de reparar estas carencias, eso dependerá de los recursos de cada persona y del entorno que lo rodee, es posible que este sea capaz de proporcionarle a la persona una experiencia distinta a la que conoce, es decir, una relación saludable.