Por Belen Pappalardo
La adolescencia conlleva una compleja transformación de cuerpo y mente, que es impactante y movilizante. El adolescente oscila entre un querer ser adulto, pero no querer dejar de ser un niño, porque no es ninguno de los dos, se mantiene en un duro intermedio en el cual intenta ubicarse. Por ello es una etapa en donde el joven iniciará una búsqueda de sí mismo y consolidará su identidad.
Para los padres es un momento desafiante en la crianza de sus hijos ya que el adolescente tiende a transgredir los límites y a rebelarse ante los mandatos que antes eran aceptados. Frente a esto es importante preguntarnos y comprender ¿porque el adolescente se rebela?
Los adolescentes necesitan experimentar, cuestionar las reglas familiares y buscar romperlas para establecer las propias. En la búsqueda de encontrarse a sí mismo, y descubrir quién es, tiene que cuestionarse lo que le fue establecido a lo largo de su vida. En este proceso aparecen los grupos de amigos que toman una relevancia esencial. Se convierten en una segunda familia. El joven entra a estos grupos que les permiten sentirse diferente a sus padres, elegir por sí mismos y sentir que pertenecen a algo. Esto es esperable y hasta necesario, sin embargo, puede llevar a desbordes y situaciones de riesgo cada vez más comunes en la actualidad.
¿Cuáles son los riesgos que surgen en esta etapa? El adolescente tiene aún una personalidad que está en construcción, todavía es frágil y por ello vulnerable a su entorno. En un momento donde la mirada y la opinión del otro es tan significativa por su deseo de pertenecer, unido a la búsqueda de separación de los padres y de romper las reglas preestablecidas, se queda vulnerable a situaciones de riesgo que cada vez son mayores. Esto tiene que ver con desbordes por ejemplo asociados al consumo de alcohol, drogas o una sexualidad precoz.
Considerando entonces que el adolescente se encuentra en un momento particularmente complejo en el cual enfrenta diversos riesgos, ¿Cuál debe ser la actitud de los padres frente a ellos? ¿Como ponerles límites?
La familia debe estar ahí para sostener, acompañar y establecer desde el afecto límites que cuiden y protejan. Estos límites son necesarios y los mismos hijos pueden buscarlos porque marcan una protección. El adolescente aceptará con más facilidad estas reglas en tanto se sienta entendido por sus padres, y sienta que los límites se establecen desde el afecto y la preocupación. En el caso de que el joven no se sienta escuchado o comprendido, puede considerar que el límite es injusto y no lo podrá aceptar. Esto puede llevar a que junte internamente rabia y resentimiento, y posteriormente surgen conductas de mayor desborde como consecuencia. Se genera entonces un círculo difícil de detener: ante las conductas más desbordadas del adolescente, los padres son más intransigentes poniendo limites más duros, generándole al hijo mayor resentimiento y por ende nuevamente conductas difíciles.
La adolescencia es una etapa difícil, de múltiples cambios, y los padres deben de estar ahí para acompañar, escuchar, y comprender en aquel momento en que se encuentran tan vulnerables.