Por Ana Magallanes
Hoy en día, solemos oír la palabra “tóxico” relacionándolo muchas veces con una persona. Es común escuchar: “Esa persona es tóxica, te hará daño”, “Siento que es alguien tóxico para mí”, y es más escuchado cuando se refiere a una relación de pareja. Pero aquí podríamos preguntarnos primero ¿Qué significa realmente tóxico?, pues bien, alude a aquello que produce efectos graves y alteraciones en un ser vivo e incluso, causar la muerte.
Es así que, si nos referimos a una persona en concreto que es tóxica, podríamos decir que es alguien que nos puede lastimar, hacer daño, tanto física como mentalmente.
Ahora, es parte de la vida, entablar relaciones de pareja y permitirnos amar a alguien con libertad, confianza y respeto. Es cierto, las relaciones de pareja pueden ser un poco complicadas, por no decir bastante, pues cada miembro de la pareja es diferente y tiene su propia manera de percibir, sentir y vivir cada situación. Por lo tanto, es usual que se presenten discusiones o “peleas”, pero que, siendo comprensivos y respetuosos, se pueden llegar a acuerdos para el bienestar de la pareja.
¡Sin embargo! hay actitudes o comportamientos inapropiados por parte de uno de los miembros de la pareja que pueden generar situaciones riesgosas para la contraparte, y que esto a su vez, sea difícil de verlo. Por ello, podríamos preguntarnos…
¿Cómo sé que mi pareja podría ser alguien tóxico o tóxica para mí?
Básicamente se puede observar en actitudes de control. Por ejemplo, cuando le molesta que pases tiempo con tus amistades y/o familiares, controla tus gastos personales (no con en el afín de buscar tu bienestar ahorrativo, sino de pedir explicaciones innecesarias sobre tus cuentas bancarias y/o facturas), investiga tus redes sociales y tu teléfono móvil (para saber con quiénes y cómo conversas), pues desconfía de ti y suele celar sin tener alguna prueba.
Al existir esta actitud de control, puede generar que te distancies de las personas cercanas a ti, por lo que, podrías pensar que tu pareja es la única persona a tu lado. Por ende, se vuelve el centro de tu vida y no te permites vivir otros espacios o experiencias.
Por otra parte, la falta de respeto también se observa mucho. ¿Cómo así? Cuando ves que tu pareja no es capaz de escucharte y puede tomar decisiones por ambos sin tener en cuenta tu opinión o preguntarte. Asimismo, cuando alguna vez te ha insultado, hablado de forma despectiva o maltratado (no hace falta que sea de forma física, también puede ser con palabras o acciones).
Por último, estas actitudes también están acompañadas de una minimización al otro, es decir, de criticar todo lo que hagas y sentirte mal contigo mismo. Igualmente, podemos verlo cuando influye en tu manera de vestir o pretende cambiar tu estilo: “deberías vestirte así”, “ponte otra cosa”. Además, suele restarle importancia a tus logros y cualidades, y es más resalta tus errores. No permite que te expreses y los minimiza, sobre todo en una discusión, y eres tú quien siempre tiene que ceder porque si no, es capaz de terminarte (chantaje emocional). Puede culpabilizarte de los problemas que tiene en su vida tanto laboral como problemas con otras personas.
Si bien todos, en algún momento de nuestras vidas podemos actuar con algunas de estas actitudes (por ejemplo, los celos o críticas), no cabe duda que nosotros podemos ser cuidadosos y buscar mejorar, principalmente, como personas.
Por lo tanto, solo sería una pareja tóxica cuando estas actitudes o conductas se dan de forma habitual y con gran intensidad.
Recuerda que una relación de pareja saludable, busca tu bienestar y tu crecimiento personal. Admira tus logros, y te acompaña en tus desaciertos. Si bien puede no compartir tus decisiones, las respeta y no te critica. Te puede mostrar algunos puntos de mejora, con el fin de que puedas seguir avanzando, y escuchando cuando tú también das tu opinión. En pocas palabras, cuando ambas partes pueden ceder, no culpabilizan a ninguno y la comunicación es clave.