Por Marite Schoof
El inicio del cole es un episodio de nuestras vidas que suele impactar, algunos lo recuerdan con agrado, cómo fueron felices a comenzar una nueva etapa, en un nuevo lugar, otros en cambio lo recuerdan con tristeza pues separarse en ese momento no fue fácil. Entonces, ¿qué tan normal es que los niños y niñas tengan miedo a entrar al colegio? ¿es grave? ¿qué hacer como adulta y adulto cuidador? Son muchas las dudas que los padres y las madres pueden tener al respecto y, si bien no siempre llega a ser algo grave, es importante prestarle atención.
Es un primer momento que puede significar para los niños y las niñas ansiedad y miedo pues no son ellos y ellas quienes eligen estar en otro lado, es algo que deben hacer, pero no siempre quieren. Estos sentimientos pueden aparecer después de un periodo de estar junto a sus cuidadores y se ha apegado a ellos, porque tienen miedo que les pase algo a él o ella y a sus padres y madres, porque sienten que los pueden abandonar. Es así que, lo primero que hay que entender, es que no es fácil para ellos y ellas y poder diferenciar la intensidad de sus emociones, ¿es miedo, ansiedad o fobia?
El miedo es una emoción adaptativa que forma parte del desarrollo normal del niño o niña, es transitorio y no suele interferir con funcionamiento diario, lo siente porque le permite adaptarse a diferentes estresores de la vida. La ansiedad ocurre en situaciones menos específicas y puede aparecer sin tener una amenaza evidente. La fobia, por otro lado, es desproporcionada a la situación, irracional y fuera del control, lo que lleva a tener respuestas de evitación. Es una reacción persistente y desadaptativa.
Indagando e dentificando qué es lo que le está ocurriendo al niño a la niña, la forma de intervención puede ser más o menos sencilla. En todo caso, entre lo que puede ayudar a los niños y a las niñas es que los adultos hablen con ellos y sus maestros. Intentar que el niño o niña se incorpore de forma paulatina al colegio e intentar que tenga compañía al llegar a clase y que alguien lo recoja desde la puerta. Otra forma de ayudar es acompañarlo a la escuela en horas donde no haya clases y así él o ella pueda familiarizarse con el lugar, así como organizar una rutina con horarios y normas establecidas. Finalmente, es importante mantener una actitud positiva, evitar los comentarios y opiniones negativas respecto al centro y a la escolaridad.