Iniciamos el primer mes del año escolar. Poco a poco la ilusión inicial por la compra de los nuevos útiles, por reencontrarse con los amigos, y por divertirse en los recreos, va dando paso a la rutina de levantarse temprano, a los horarios para las tareas en casa, a las evaluaciones y al aburrimiento.
Como papás se nos presenta entonces un reto, cómo ayudar a que nuestros hijos obtengan los mejores resultados posibles en este nuevo año escolar, sin que pierdan la alegría de ser niños. Cómo balancear responsabilidad con espontaneidad y diversión en una sociedad que nos pide inmediatez y efectividad. Para lograr que esto sea posible es necesario que los motivemos para estudiar y les enseñemos a luchar por sus objetivos.
Antes de compartir algunas estrategias que nos pueden ayudar a motivar a nuestros hijos en estos ocho meses aún restantes, es importante recordar que si como papás queremos motivar a nuestros hijos, nosotros mismos deberemos ser capaces de ofrecer un modelo claro y coherente con nuestra conducta. Si a menudo nos quejamos del trabajo, nos damos fácilmente por vencidos, preferimos callar antes que defender nuestras opiniones o no somos capaces de transmitir ilusión en general, lo tendremos complicado. Empecemos por nosotros y aprendamos juntos a motivarnos para avanzar y cumplir nuestros desafíos.
El punto inicial para trabajar en nuestra motivación y en la de nuestros hijos es la percepción que tenemos de aquella meta u objetivo que nos estamos trazando. Si lo consideramos posible y factible, nuestra motivación aumentará; si lo percibimos como muy lejano y complicado, la motivación decaerá en el camino. Entonces, lo primero que tenemos que hacer es enseñarles a ponerse metas de corto plazo. Por ejemplo, tener por meta pasar los cursos de ciencias, no necesariamente entraría en esta definición, algo como obtener una nota mayor a 13 en los exámenes de ciencias en este primer bimestre es una meta más clara, precisa, podemos ir monitoreando que tan cerca o lejos estamos de cumplirla y lo más importante, tiene un tiempo definido. Enseñémosles a plantearse este tipo de metas, y algo muy importante, estas metas deben ir de acuerdo a su edad.
Una vez planteada la meta, enseñémosles a armar un plan para llevarlas a cabo. Es recomendable que este plan esté claro, que las actividades necesarias para alcanzar el objetivo estén especificadas, que sea un plan que los ayude a organizarse teniendo en cuenta espacios de recreación y esparcimiento y sobretodo, que este plan lo desarrollemos con ellos y no por ellos. Por ejemplo, para la meta obtener una nota mayor a 13 en los exámenes de ciencias en este primer bimestre, como actividades podemos colocar llevar el cuaderno de ciencias con las clases al día, repasar 15 minutos diarios los temas, cumplir con las tareas asignadas por el curso, entre otras.
Cumplir con las metas no es lo único importante, debemos aprender a reconocer y premiar el esfuerzo y los éxitos que vayan obteniendo. Pero premiar no significa comprar o gastar, frases tan simples como “yo sabía que podías hacerlo”, “estas mejorando”, “lo hiciste muy bien, estoy orgullosa de ti”, pueden ser palabras muy importantes para nuestros hijos. Esto reforzará no sólo su motivación sino que favorecerá una percepción positiva de sus capacidades y fortalecerá su autoestima.
Ahora, si a pesar de establecer la meta y cumplir con el plan de actividades, nuestro hijo nos entrega alguna nota que no es la esperada, tratemos de alentarlo para que siga adelante, ayudémosles a seguir confiando en sus capacidades y a replantear la percepción sobre el resultado obtenido. Rescatemos las cosas que vienen aprendiendo y logrando, no cometamos el error de regañarlo o comparar su desempeño con el de algún hermano o compañero que tenga mejores resultados que él. Recordemos que todos los niños tienen distintas capacidades y sus procesos de maduración y aprendizaje también son diferentes.
Recordemos que el centro de estudios es nuestro aliado en todo este proceso de crecimiento y aprendizaje, por algo nosotros como papás decidimos matricularlos en un centro u otro. No es bueno que los niños escuchen que los padres critican la forma de enseñar de los profesores, ésto les resta credibilidad y autoridad ante ellos. Tampoco es productivo que nos escuchen decir que aquello que estudiamos cuando niños no nos sirvió para nada. Sin querer vamos restándole importancia a la educación y al colegio, mejor seamos coherentes y trabajemos en equipo.
Es bueno que los niños vean a los padres comprometidos con el colegio, es decir, que vayan a las reuniones, a la escuela para padres, que participen de las actividades del colegio, que colaboren con los profesores en lo que podamos. Esto hace que nuestro hijo perciba y sienta que nos preocupamos por él, que aquello que se relaciona con el colegio es importante para nosotros y que somos una parte activa en su educación. Recordemos que el ejemplo es muy importante para el desarrollo de nuestros hijos.
Empezamos diciendo que es un reto para nosotros como papás ayudar a nuestros hijos a obtener buenos resultados en el año escolar sin dejar de ser niños, y que para lograrlo era necesario que los motivemos; y si bien parece que la motivación está ligada al establecimiento y cumplimiento de metas, este aprendizaje no tiene por qué ser aburrido o sólo enfocarse en la parte cognitiva. Intentemos generalizar este aprendizaje a otros espacios de nuestra vida, al tiempo que pasamos en familia, a los juegos que podemos realizar, a los paseos o salidas familiares, aprendamos a ver de manera divertida y práctica este aprendizaje.