Seguramente todos están familiarizados con el término estrés y no dudo que hayan escuchado frases como “estoy estresado”, “me estresa” o “qué estresante hacer esto”. De hecho, comúnmente se asocia el estrés con aspectos negativos; sin embargo, eso no es del todo cierto. El estrés nos puede llevar a sentir la necesidad de urgencia por hacer algo, nos ayuda a ordenar prioridades, a tomar acción, a encontrar motivación para terminar nuestro trabajo y lograr alcanzar aquella meta planteada. Básicamente, el estrés es un mecanismo de supervivencia para atacar o huir ante una amenaza real o imaginaria que nos permite estar en un estado de alerta. No obstante, si sentimos un exceso de estrés, vamos a vivir constantemente en un estado de alerta. Esto, si bien podría ser útil para justificar y atribuirle al estrés ciertos fracasos o resultados no esperados, las consecuencias del exceso de estrés pueden ser bastante graves.
Lamentable o afortunadamente, vivimos en un mundo donde la mayoría de las cosas son consideradas como urgentes, todo es inmediato y a veces es difícil discernir las prioridades, ya que todo parece tener la misma importancia. Por si fuera poco, hay cuentas que pagar, personas que pueden depender de nuestro trabajo y cómo no, algún viaje o lujo que nos queramos dar que, por cierto, seguramente lo merecemos por todo el esfuerzo dado día a día para alcanzar el éxito. Ahora, ¿qué pasa si agregamos el factor estrés a todo esto? Lamentablemente, este se va a encargar de que lo urgente se vuelva inmediato, de que las prioridades parezcan una más importante que la otra o, peor aún, que no existan. El estrés genera que se invierta más energía de lo que las actividades en sí requieren y que disminuya la capacidad para tomar decisiones acertadas. Las cuentas a pagar se pueden volver casi un asunto de vida o muerte y claro, la salud mental pasará a la parte final de la lista de prioridades, justo por debajo de los viajes y lujo.
Vamos a suponer que tienes la suerte de que una persona te señala el mal estado en el que te encuentras, de seguro no le harás caso, puesto que ya te lograste convencer que la situación no es tan grave, que lo tienes controlado y que el resto está exagerando. Incluso, te podrás sentir incomprendido y cuestionarás a las personas que te lo señalan, ya que ellos no entienden las constantes tensiones y presiones con las que lidias en tu trabajo.
En caso el estrés continúe, podrías sentirte más irritable y con mucha menos paciencia de la que solías tener, podrías tener reacciones inesperadas, tal vez grites o respondas inadecuada e injustamente a alguien cercano a ti, producto de esta poca claridad producida por el estrés. Tal vez no, tal vez tu estilo sea otro, de repente eres de los que se aísla y huye de ciertas situaciones, ya que al no saber cómo manejarlo simplemente lo evitas o te paras y te vas. Luego, puede que venga el insomnio, generando dificultades para conciliar el sueño y descansar. Incluso, es posible que logres descansar pero solo físicamente, ya que tu mente podría estar en otro lado. Además, con frecuencia aparecen las enfermedades psicosomáticas, es decir, enfermedades del cuerpo inducidas por la mente, terminando físicamente enfermo. Lógicamente, ahora van a haber más impedimentos, dolores, más cosas con las cuales hay que lidiar y por ende, menos tiempo para pensar en cuáles son las cosas que producen estrés.
Por más irracional que parezca, algunas personas piensan que esto se combate con más trabajo, ya que una vez que se obtengan los resultados esperados, el estrés va a disminuir y por consiguiente, vendrán tiempos mejores. La pregunta es: ¿cómo llegar a esos tiempos? Pero sobre todo me pregunto: ¿Qué pasa si es al revés? ¿Qué pasa si primero se debe disminuir el estrés para solucionar las exigencias laborales? ¿Qué pasa si primero se debe trabajar en la salud mental para que eso lleve a un buen rendimiento laboral y por ende a esos tiempos mejores que tanto se anhelan?
Algunos dirán que ahorita no tienen tiempo, e irónicamente que no pueden descuidar su trabajo y que viven estresados por todo lo que tienen que hacer. Estoy de acuerdo, no pueden descuidar su trabajo más de lo que ya lo están haciendo al estar estresados y no pudiendo rendir al máximo. Los invito a pensar que tal vez estemos viendo las cosas de cabeza, que el éxito va a llevar a disminuir el estrés, sino lo contrario, disminuir el estrés nos puede llevar al éxito. Para terminar, y ya que estamos viendo las cosas al revés, ¿por qué no seguimos en esa línea y nuestra salud mental, que estaba al final de la lista, nos animamos y la ponemos primero? Seguramente, tendríamos resultados distintos.