Por Karen Schang
Existen diferentes tipos de familia, cada una de ellas cuenta con un pasado y un presente conformado por una serie de sucesos que representan su historia. Esta historia es la que diferencia una familia de otras. La historia de cada familia posee tanto sucesos recordados como placenteros y agradables, como algunos otros experimentados con tristeza y sufrimiento. Siempre será más fácil dialogar sobre aquellos sucesos que nos genera felicidad o nos generaron sentimientos agradables en el pasado y transmitirlos a miembros más jóvenes con el fin de compartir estos momentos tan agradables.
Sin embargo, ¿qué sucede con aquellas situaciones, ya sea del pasado o del presente de la familia que son o fueron fuentes de sufrimiento? Aquellos temas que muchas familias prefieren no tocar, es lo que catalogamos como secretos familiares. Nos preguntamos, ¿qué tan sano psicológicamente hablando será para los miembros guardar estos secretos?
Muchas veces hay temas en la familia que los miembros prefieren no hablar, al ser una situación difícil de procesar psicológicamente. Puede ser una situación relacionada con algún suceso ocurrido que va en contra de los valores respetados por la familia, en contra de un principio social o representar una situación muy dolorosa. Generalmente son temas relacionados con una muerte repentina, un suicidio, una adopción, una separación, el abandono de algún miembro de la familia, un embarazo fuera del matrimonio, una infidelidad, algún delito cometido por algún miembro, entre otros. Se cree en la familia que el hablar de estos temas podría traer consecuencias desastrosas que van más allá de la incomodidad o la vergüenza, por lo que se parte de la premisa coloquialmente conocida: “de lo que no se habla, no existe”, como intentando eliminar y negar que ocurrió este acontecimiento. A esta situación la llamaremos el pacto del silencio o conspiración del silencio. Generalmente el callar, el no hablar, representa una manera en la que cada miembro de la familia se protege de aquella situación. Asimismo, los padres eligen guardar esta información para no crear un trauma en otros integrantes de la familia, sobre todo en niños o adolescentes. Sin embargo, es paradójico que el callar le daría a esta situación una connotación más terrible aún. Inclusive, los mismos miembros de manera inconsciente educan a otros para que estos carguen con este secreto de manera silenciosa.
Se trata de una colusión implícita entre los miembros de la familia que implica no hablar de un tema o temas en específico o de determinadas personas.
Lo crucial de esta situación es que la familia calla a pesar de que tiene conocimiento de estos hechos, incluso oculta la verdad a ciertos integrantes, por lo que se vuelve un secreto a voces.
Estos secretos que representan verdades ocultas, al no tener espacio para hablarlas, no pueden pensarse y terminan apareciendo en forma de síntomas que se repiten generación a generación. Es como si guardáramos o encapsuláramos algo de manera forzosa, esto terminará saliendo a la luz con fuerza y probablemente generando daños aún mayores de los imaginados. El secreto opera como aquello que a pesar de que no puede ser visto, está presente y acompaña a la familia, generando un ambiente de tensión que entorpece la comunicación entre sus miembros, siendo esta fundamental para que exista una relación sana. La buena comunicación garantiza la salud emocional de los miembros, sobre todo de los niños quienes serían los principales afectados con esta situación. Ellos perciben la angustia presente en la atmósfera familiar y la representa a través de problemas de conducta o aprendizaje. En ese sentido, la palabra, es decir hablar de aquel tema, sería el único medio de sanar esta situación para así tal vez reconocer lo sucedido, hacer un duelo y elaborarlo. En algunos casos será necesaria la ayuda de un profesional que ayude a lidiar con esta situación. De esta manera, podremos evitar que la familia siga incubando aquel malestar que se transmite hacia los miembros a través del tiempo.