Ser parte del personal de Salud ya sea público o privado es inevitablemente tener contacto con la muerte y transitar por un duelo de manera directa o indirecta. Son los miembros del equipo de salud quienes acompañan y permanecen en contacto continuo con el dolor del paciente y sus familiares tanto al principio como al final de la vida ya que es en estos lugares donde se van a producir la mayoría de muertes y nacimientos.
Pero ¿Cómo hace el personal de salud para poder elaborar estas pérdidas?
La Organización Mundial de la Salud (OMS), menciona que solo podrán enfrentar y aceptar adecuadamente la muerte y la angustia junto a los sentimientos que devienen si poseen una adecuada tolerancia al estrés, si han logrado superar de manera satisfactoria sus duelos y sobretodo, si disponen de fuentes de apoyo.
Actualmente el personal de salud está transitando por una situación atípica en la que de manera diaria y sin descanso se enfrentan a una exposición masiva a la muerte, la cual tiene un impacto en todas las esferas de su vida (conductual, espiritual, físico y psicológico). Todos los días se enfrentan a familiares desesperados, muertes de pacientes e incluso, la muerte de sus mismos colegas, amigos y familiares.
De igual manera, la crisis sanitaria genera que no dispongan de tiempo para poder llorar, expresar su dolor, pensar en la experiencia, descargar sus emociones, ser escuchados y darle un sentido a lo ocurrido. Es decir, procesar todo lo ocurrido para poder transitar estos duelos de una forma sana. Esta imposibilidad de ayudar y ser ayudados, genera fuertes sentimientos de impotencia, desamparo y por lo tanto, una culpabilidad considerable, la cual puede dañar su espíritu de vocación y su espíritu de compañerismo ante tantas pérdidas. Los más resilientes se repondrán más pronto y podrán transmitir ese aliento a sus demás compañeros. Los menos resilientes, experimentarán muchas dificultades derivadas de toda esta experiencia de invalidación y culpa.
Entonces, ¿Cómo podemos ayudarlos?
La respuesta es muy simple, apreciando todo el esfuerzo que hacen por nosotros incluso poniendo su vida en riesgo. Es decir, validándolos. Los validamos al reconocer su sacrificio, los validamos al usar la mascarilla correctamente, los validamos al mantener la distancia, los validamos al desinfectarnos las manos, los validamos al no hacer reuniones sociales y los validamos al aligerarles la gigantesca carga que llevan.
Recuerda. Si nosotros no nos cuidamos y no los cuidamos, vamos a terminar con muchos sanadores heridos.
Escrito por Franco Bustamante.
Fuentes:
http://www.saludpublica.fcm.unc.edu.ar/sites/default/files/RSP08_2_05_art2_carmona.pdf