Por Thaiza Arizmendi.
“Bienvenidos señores pasajeros. Le damos las gracias por elegir este vuelo de la compañía: C.I.A.P.L.A con destino a PENSAR JUNTOS (…) Por motivos de seguridad, en caso de una pérdida de presión de la cabina, se abrirán automáticamente los compartimentos situados encima de sus asientos. Si esto ocurriese, tire fuertemente de la máscara, colóquela sobre la nariz y la boca, y respire normalmente. Asegúrese de tener su máscara ajustada antes de ayudar a otros pasajeros. Los pasajeros que viajan con niños deben colocarse su máscara y luego colocársela a los niños.”
Como psicólogos es nuestra responsabilidad cuidarnos para poder cuidar a los demás. Necesitamos asegurar nuestra máscara de oxígeno antes de ayudar a otros. Pero ¿Por qué? ¿Qué tan complicado podría ser ayudar a los demás? Alguna vez habrán escuchado comentarios “pero él es psicólogo/a él sabe manejar sus emociones” “ay, cómo puede estar cansado, si le pagan por hablar y escuchar a las personas”.
¿Qué es lo complicado? Lo complicado es que somos nosotros mismos nuestra principal herramienta de trabajo. Es con y mediante nuestra mente que podremos entender la mente del otro. La empatía es la herramienta fundamental. Para poder entender al otro hay que ponerse en sus zapatos, ponerse en su situación. Es un esfuerzo por salir de uno mismo, viajar hacia tu paciente y sentir lo del paciente, sentir su tristeza, rabia, angustias y su dolor. Para pensar en una acción terapéutica, en donde exista la comprensión y cambio psíquico, tenemos que mojarnos, sumergirnos en el mundo interno del paciente con el y atravesar juntos los distintos estados emocionales. Es aquí donde la tarea de “solo escuchar” es un reto más grande de lo que suena. Es una tarea noble y emocionante pero que puede resultar agotadora.
La situación se puede poner más difícil si involucramos a todo lo que está pasando alrededor nuestro. Desde hace un año vivimos la incertidumbre de la pandemia y lo que ha llevado a adaptarnos a la virtualidad y sumado a todo esto, nos encontramos viviendo una inestabilidad política y social. Esto genera que todos nos encontremos ansiosos, nerviosos y con bastante incertidumbre de lo que va a pasar. Todos nos encontramos inmersos, pero ¿cómo podemos sostener a alguien cuando nosotros también estamos viviendo lo mismo?
Los psicólogos necesitamos un permanente cuidado de uno mismo, por lo que es importante considerar la terapia personal o el reanálisis. Además de este cuidado fundamental para el trabajo clínico, podríamos pensar en los grupos de estudio, grupo de actualizaciones, las supervisiones, las labores de docencia, entre otras. Es importante el poder estar en contacto con otras personas para compartir, ya que el trabajo del psicólogo es un trabajo solitario, no es como una empresa que tienes compañeros de trabajo y puedes estar haciendo una tarea y a la vez conversar con alguien de tu costado. A veces, si teníamos suerte se compartía un local con varios terapeutas o en el trabajo en el centro, podías terminar de atender un paciente y te cruzabas con alguien para conversar, ahora con la virtualidad hemos perdido más contacto, por lo que es necesario poder conectarnos en diferentes espacios con otros colegas.
También es importante tener horas libres, donde podamos realizar nuestros hobbies o tener vacaciones. A veces estas horas de descanso no se cumplen con exactitud ya que hay pacientes que requieren nuestra ayuda y en otras ocasiones podemos llevarnos a nuestros pacientes en la mente y seguir pensando en ellos. Hoy en día, nos encontramos muy limitados por la pandemia, por lo que tenemos que pensar en otras cosas para sacarnos de la rutina, como una salida a caminar, ejercicio en casa o realizar alguna actividad diferente e innovadora dentro de casa. A veces es necesario desconectarnos para poder conectarnos [afectivamente].
Es responsabilidad del psicólogo cuidar de su principal herramienta de trabajo, uno mismo. Para poder nadar las aguas del sufrimiento emocional es necesario tener un espacio mental de salud positivo, asociado a una sensación de bienestar, que incluye el disfrutar y descansar (Serrano, 2007).
¡Espero que su viaje haya sido de su agrado!