Hoy en día sabemos que las enfermedades pueden tener una explicación médica, pero también psicológica; varias de ellas se manifiestan en el cuerpo y muchas veces no entendemos por qué o cuáles son las causas. Las enfermedades psicosomáticas son el reflejo de que el estado emocional influye en la salud física.
Pero, ¿cómo es que puede la mente enfermar al cuerpo, y hasta qué punto puede hacerlo? La mente es una gran puerta mediante la cual nuestro cuerpo puede enfermar, de manera que todas las enfermedades psicosomáticas tienen entrada precisamente por la mente y el estado emocional, y es por eso que la cura recae también en la mente y lo psicológico.
El origen de los trastornos psicosomáticos es siempre multifactorial, es decir que están influenciados por diversos factores, y esas molestias tienen siempre que ver con cómo las personas nos encontramos tramitando o lidiando con una situación; como por ejemplo el estrés, los conflictos laborales, o emociones asociadas a alguna circunstancia como un duelo por un ser querido, cambios familiares importantes, etc. Asimismo, cuando las personas nos vemos sobrepasadas por estas diversas circunstancias y lo que nos generan a nivel emocional, terminamos saturados y desbordados de manera que no podemos afrontar las vicisitudes de una manera adecuada. Es así que el dolor emocional se termina convirtiendo en un dolor físico real que se posiciona en el cuerpo.
Entonces, las enfermedades psicosomáticas se definen como aquellos trastornos que tienen un origen psicológico y presentan síntomas fisiológicos que pueden producir alteraciones a nivel corporal, dolores físicos que no se producen por una enfermedad orgánica sino como consecuencia de problemas psicológicos que derivan en un dolor físico. El dolor y las molestias son reales y se manifiestan en el plano físico y corporal, por ende, vienen a ser una manifestación de la conexión entre el cuerpo y la mente.
En la actualidad se han identificado algunos tantos cuadros de trastornos psicosomáticos como: Trastornos cutáneos (dermatitis, urticaria, etc.); Trastornos respiratorios (asma, hiperventilación, rinitis alérgica, etc.); Trastornos hemáticos y linfáticos; Trastornos del sistema inmunitario (cáncer, enfermedades infecciosas, alergias, etc.); Trastornos cardiovasculares (enfermedad coronaria, taquicardia, arritmia, hipertensión, infarto, etc.); Trastornos gastrointestinales (gastritis crónica, úlceras, colitis, vómitos, estreñimiento, colonia irritable, etc.); Trastornos endocrinos (hipertiroidismo, diabetes, obesidad, etc.); Trastornos de los órganos de los sentidos; Trastornos musculares (tortícolis, cefaleas tensionales, etc.); y Trastornos urinarios (dismenorrea, desórdenes menstruales, etc.)
Todas las enfermedades mencionadas previamente pueden llegar a tener un origen psicológico, de manera que la forma de encontrar la cura de las mismas es por la misma vía, lo psicológico y el componente emocional. Además, lo psicosomático no solo desarrolla enfermedades como las ya mencionada, sino que también existen factores psicológicos que afectan al mantenimiento o prolongamiento de enfermedades físicas; la depresión por ejemplo provoca tres veces más muerte en enfermedades físicas, así como provoca también mayores posibilidades de padecer infartos del miocardio.
De esta manera, para mantener un estado físico saludable no basta con llevar una vida equilibrada con buena alimentación y actividad física, sino también resulta de máxima importancia cuidar de nuestra salud mental, expresar nuestras emociones y en caso no podamos solos, poder buscar apoyo emocional incluso en profesionales. Los trastornos psicosomáticos pueden llegar a ser muy graves incluso llevando a la muerte, pero para evitar eso es importante un trabajo de prevención y de concientización en torno a la salud emocional.