No podemos negar que ante la separación o divorcio de los padres los más afectados suelen ser los hijos; y es que en estos momentos la familia atraviesa por diversos cambios tanto en su composición como en la dinámica entre sus miembros. Las consecuencias de la separación se hacen evidentes en los niños cuando muestran dificultades a nivel personal (pe: baja autoestima, etc.), social (pe: aislamiento, etc.) y escolar (pe: bajo rendimiento, etc.). Sin embargo, es necesario entender que la separación como tal no significa un acontecimiento negativo, lo perjudicial esta asociado a la manera en la cual los padres manejan este proceso de crisis, ya sea entre ellos mismos como con sus hijos.
Es común que luego del periodo de sepación el hijo tienda a vincularse más con uno de los padres y rechace al otro, pero con el tiempo se espera que la relación entre padre o madre e hijo se restituya, puesto que es un vínculo inalterable. Para que esto suceda es indispensable mantener los conflictos de pareja al margen de la relación paretal a fin de proteger a los hijos y permitir que los lazos afectivos se acomoden a la nueva situación; no obstante, hay quienes involucran y exponen a sus hijos a las peleas.
En ocasiones, uno de los padres utiliza temas como la educación y crianza de los hijos, el régimen de visitas o los aportes económicos para manipular al otro, convirtiendo así al niño en el centro de sus disputas. Es decir, el hijo no solo es testigo de las discusiones, sino que además recibe el maltrato indirecto de sus padres. Esta situación es denominada Síndrome de Alienación Parental (SAP) y se da cuando el niño forma una alianza con quien vive y se encarga de su cuidado, marcando un distanciamiento con el padre que sale de casa.
El SAP se instala en el niño cuando uno de sus progenitores emplea distintas estrategias con el objetivo de provocar en su hijo rechazo hacia el otro progenitor, y destruir los vínculos entre ellos. En la mayoria de casos y de manera más directa, son las madres quienes usualmente denigran la imagen del padre; hacen uso de las mentiras, los insultos, el miedo y la rabia para fomentar en su hijo conductas despectivas hacia su padre. En menor proporción se encuentran casos donde el padre, sirviéndose de formas de manipulación encubierta, también se esfuerza por devaluar a la madre.
Por lo general, el hijo se solidariza con el padre que toma el papel de víctima y se aleja de aquel que los abandona. Frente a esta situación, surgen en el menor sentimientos polarizados, donde ama a un padre y odia al otro, llevando muchas veces a rechazar todos los acercamientos de este último. Muchos padres no son conscientes de que sus mensajes estan produciendo un daño psicológico y emocional en su hijo.
Los efectos que vivencia el niño que sufre del SAP estan asociados a conductas agresivas, insultos o hasta agresiones físicas hacia ellos mismos o hacia los padres; conductas de evitación, como negarse a ver al padre porque se encuentran enfermos o con malestar físico; síntomas ansiosos y somatizaciones; sentimientos de depresión, culpa, abandono y dependencia; desvinculación afectiva con su entorno familiar y dificultades para expresar sus reales sentimientos.
Tanto la madre como el padre, aún después de haber terminado su relación de pareja, estan llamados a realizar esfuerzos que contribuyan a conservar los vínculos filiales. Es importante que procuren llevar una relación que propicie la coordinación efectiva y el buen trato; de lo contrario, la separación será interiorizada por el niño como un evento desestructurante. Para ello se debe evitar los insultos en presencia del hijo, dejando las discusiones para el ámbito adulto, y respetar los sentimientos y opiniones del niño frente a la separación, mas aún cuando se tomen deciciones que lo involucren directamente. Asimismo, permitir que el niño pase tiempo con el padre que no esta en casa sin que este espacio se vea comprometido con la intromición del otro progenitor. Hay padres que solicitan apoyo profesional tanto para ellos como para sus hijos, que los ayuda a lidiar con esta etapa. En caso de que el SAP se encuentre arraigada en la dinámica del niño es recomendable buscar atención terapéutica para facilitar la interacción entre el niño y el padre que esta fuera de casa, a fin de que tengan un espacio neutral donde ambos puedan expresarse sin interferencias.
Finalmente, cabe señalar que son los padres los responsables de prevenir que sus modos de llevar la separación configuren un problema en el futuro de sus hijos, por lo que cada una de sus acciones deben estar destinadas a preservar el bienestar emocional de los mismos.