Por Breison Velarde
La definición que hace la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre salud no ha sido modificada desde 1948 siendo más bien ratificada por especialistas, y es el siguiente: “la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Explicando así que los trastornos, patologías o enfermedades existentes pueden tener compromiso ya sea de la parte orgánica, psicológica, del ambiente, o una combinación de estas.
Es el caso de los trastornos mentales donde la afección principal compromete el bienestar psicológico, emocional y social de las personas. Al poderse ver afectados procesos psicológicos tales como la percepción, la cognición, las emociones, el lenguaje, el pensamiento, etc., es preciso para su manejo una evaluación de estos y establecer el abordaje más eficaz posible a través de un proceso psicoterapéutico establecido por el profesional terapeuta. Este manejo a través de psicoterapia ha demostrado científicamente producir beneficios terapéuticos sobre un paciente afectado con un trastorno mental.
En la historia del manejo de la salud mental de las personas, el abordaje mediante psicoterapia tiene mayor tiempo de uso que los psicofármacos; es recién alrededor de 1950 cuando se empiezan a investigar estos fármacos y conocer la importancia de los aspectos biológicos de los trastornos mentales. Actualmente tanto el empleo de psicoterapia como de psicofármacos tienen vigencia al haber demostrado en investigaciones que son eficaces para el tratamiento de una persona afectada con una patología mental.
La etiología o causa de un trastorno mental suele ser multicausal, que abarcan lo físico, mental y social, como por ejemplo: causas genéticas, causas orgánicas cerebrales, estilos de vida, conducta, estresores ambientales, dinámica familiar, etc. La influencia mayor o menor de cada una de estas causas es variable de acuerdo a características como el tipo de trastorno (trastornos psicóticos, trastornos ansiosos, del estado de ánimo, fóbicos, adaptativos, etc.), gravedad de los síntomas, cronicidad, características de la personalidad de la persona, entre otros. De allí que en algunas patologías en que la causa principal estudiada sea de origen biológico, primará la necesidad de utilizar apoyo psicofarmacológico, ya que estos justamente pueden regular dichos procesos biológicos.
El ser necesario utilizar fármacos, no se superpone sobre la utilidad de la psicoterapia, al tener los trastornos su etiología multifactorial, el abordaje correcto será multidisciplinario, siendo oportuno ofrecer al paciente un equipo de profesionales de la salud mental fundamentados en psicólogos y psiquiatras.
Tanto el uso de psicofármacos y el de psicoterapia, son acciones que corresponden a una misma estrategia, son complementarios dentro de la acción psicoterapéutica. El objetivo final es conseguir la conservación o restauración de la salud mental de la persona.