Por Ximena Unzueta Callirgos
La autoestima es la percepción y el conocimiento de una persona sobre su propio valor, esta se compone de determinados aspectos buenos y otros mejorables, y la sensación gratificante de querernos y aceptarnos como somos por nosotros mismos y hacia nuestras relaciones. Podríamos pensar en la autoestima como un espejo real, que nos enseña cómo somos, qué habilidades tenemos y cómo nos desarrollamos a través de nuestras experiencias y expectativas. La construcción de la autoestima empieza en la infancia, de manera que esta es el reflejo de la relación entre el carácter del niño y el ambiente en el que éste se desarrolla.
La autoestima en el desarrollo del niño
La autoestima representa un elemento básico en la formación personal de los niños. La autoestima infantil influye en diversos aspectos de la vida de ellos, de manera que esta tendría un papel significativo en el desempeño académico, en las relaciones interpersonales, y en el disfrute y la satisfacción de las diferentes actividades realizadas.
Cuando un niño adquiere una buena autoestima se siente competente, seguro, y valioso. La autoestima ayuda a los niños a entender que son importantes, así como la importancia de comunicarse, relacionándose con los demás de manera adecuada, entienden que aprender es importante de manera que no se sienten rebajados al necesitar ayuda. Los niños con buena autoestima suelen ser responsables, comunicativos y sociables; mientras que los niños con una baja autoestima no confiarán en sus propias posibilidades ni en las de los demás, se sentirán inferiores frente a otras personas y, por lo tanto, se comportarán de una forma más tímida, más crítica y con escasa creatividad, lo que en algunos casos le podrá llevar a desarrollar conductas agresivas, y a alejarse de sus compañeros y familiares.
¿Qué rol juegan los padres en la construcción de la autoestima de sus hijos?
La imagen que tienen los padres de sus hijos, es la imagen que luego los niños tienen de sí, en la etapa infantil, los padres vienen a ser como un espejo que refleja la imagen de cada hijo y donde ellos se reconocen.
La autoestima es una pieza fundamental en la construcción de los pilares de la infancia y adolescencia. La autoestima se construye diariamente a través de las relaciones personales de aceptación y confianza. Los primeros vínculos de un niño son con sus padres, de manera que estos deben favorecer el desarrollo emocional de sus hijos estando atentos a sus cambios de humor y a sus altibajos emocionales. Del nacimiento a la adolescencia, por su vulnerabilidad y flexibilidad, los niños deben encontrar seguridad y afecto en las personas que les rodean y los padres pueden hacer mucho por mejorar la autoestima de sus hijos.
Todo lo que se logra en este periodo de desarrollo y crecimiento físico, intelectual y emocional puede forjar su conducta y su postura hacia la vida adulta. De esta manera, resulta importante que los padres logren poner límites, así como potenciar capacidades, dar afecto, y reforzar positivamente las buenas conductas de sus hijos, ya que todo esto forma parte de la construcción de la autoestima en niños.
Por último, Algunos expertos afirman que una baja autoestima puede conducir a los niños hacia problemas de depresión, anorexia o consumo de drogas en la adolescencia o propensión a diversas enfermedades, mientras que una buena autoestima puede hacer que una persona tenga confianza en sus capacidades, no se deje manipular por los demás, sea más sensible a las necesidades del otro y, entre otras cosas, esté dispuesto a defender sus principios y valores. En este sentido, es recomendable que los padres se preocupasen tanto por mantener una buena salud física en sus hijos, como por fomentar su estabilidad y salud emocional.