Por Belén Pappalardo
Cuando hablamos de amor muchos suelen pensar en un amor romántico, pasional, en el sentir mariposas en el estómago, en la anticipación y deseo del encuentro con el otro. Este es un momento importante para toda relación, considerada la etapa del enamoramiento. Es común notarlo con intensidad en adolescentes, pero ocurre en todas las parejas. Aquí hay vamos a proyectar en el otro todos nuestros anhelos y deseos, ubicándolo en un lugar ideal y perfecto. La pareja se convierte en todo lo que más deseamos, y se vive un momento que parece mágico. Se trata de una etapa necesaria, en la que se establecen bases sólidas, pero que también tiene su fin para pasar a un amor más consolidado y real.
Al transcurrir esta etapa, se construye el amor con el tiempo, al conocer cada vez más profundamente al otro. Se trata de un vínculo consolidado y estable en donde se aprende a aceptar y tolerar las diferencias, los defectos y virtudes. Se convierte en un sentimiento complejo, y que requiere de paciencia, de afecto, de trabajo para construir entre ambos la relación.
La dificultad se encuentra en que muchos buscan mantener eternamente el momento del enamoramiento. Se persigue el amor romántico que implica una imagen idealizada del otro, en donde se construyen atributos que no necesariamente corresponden a la realidad. No hay un amor perfecto, y los ideales van a alejar la posibilidad de conocer más auténticamente a la pareja.
Los ideales del amor también están impuestos por la sociedad en la que vivimos. Recibimos mensajes constantes en los medios de comunicación, en programas y películas, del amor mágico que todos desean. Se transmite como algo perfecto e instantáneo. Para algunos la principal aspiración es esperar al “amor de la vida”, a que llegue esta pareja perfecta. Sin embargo, bajo esta expectativa, el vínculo se puede derrumbar cuando se enfrenta a las diferencias con el otro, y a la caída de la idealización.
De esta forma, también se ubica en la cultura a la búsqueda del amor como algo primordial. Es conocida la imagen de la “media naranja”, que detrás de ella trae el mensaje de que somos incompletos sin un otro que nos llene. Es necesario comenzar a cuestionarnos más este tipo de imágenes. ¿Porqué se piensa que alguien nos debe “completar”? Algunas personas experimentan sentimientos de vacío, y se espera que una pareja pueda llenarlo. Sin embargo, esto puede generar una relación de dependencia y dañina para ambos. Dichos sentimientos deben ser explorados y trabajados dentro de sí mismos, y no buscar llenarlos con el otro. En lugar de buscar la pareja ideal, es importante realizar un trabajo interno, para primero estar satisfecho con uno mismo, y ello va a permitir que posteriormente se logre entablar una relación saludable.
Ese primer momento de enamoramiento puede ser mágico, y es necesario soltarse y atreverse a sentirlo. Pero también lo es el segundo momento en el amor. Dejemos de lado los ideales impuestos, para comenzar a disfrutar más de la propia vida, y del amor que encontremos para que nos acompañe en nuestro camino.