Por Mariana del Castillo
Actualmente, hay una gran preocupación por los efectos que puede tener la tecnología en los niños. Por ejemplo, se ha encontrado que tres de cada cinco niños menores de dos años empiezan a usar celulares, tablets o computadoras antes de aprender a ir al baño o a hablar. Existe mucha información acerca de los riesgos que implica el abuso de la tecnología en la infancia y es fácil encontrar recomendaciones para controlar esta situación. Sin embargo, resulta curioso lo poco que se dice acerca del rol que pueden estar jugando los padres en esta problemática. ¿Será posible que los padres también puedan fomentar el uso excesivo e inadecuado de las nuevas tecnologías en los niños sin ser conscientes de ello? A continuación, se brinda algunas razones por las que la respuesta a esta pregunta puede ser afirmativa.
La tecnología como solución inmediata. La tecnología puede ser una alternativa que emplean los padres para distraer y calmar a los niños cuando estos manifiestan alguna molestia, como una pataleta, el llanto o el simple aburrimiento. El enfocar la atención en una aplicación o juego tranquiliza y pone feliz al niño de manera inmediata; sin embargo, no atiende a su experiencia emocional y esto podría tener consecuencias negativas en su desarrollo afectivo y vincular. Por un lado, la emoción displacentera del niño no está siendo contenida, es decir que no se lo está ayudando a comprender lo que puede estar pensando o sintiendo, dándole así sentido a sus distintas experiencias. Asimismo, dificulta la capacidad de tolerancia a la frustración porque evita que se conecte con vivencias que implican fastidio, dolor o tristeza. Es importante que los niños aprendan a manejar estas pequeñas frustraciones desde la infancia porque esto los ayudará a afrontar problemas y limitaciones en el futuro.
El ritmo de vida y la falta de tiempo. El trabajo y el ritmo agitado de vida hace más difícil que los padres puedan estar pendientes todo el tiempo al uso que hacen los niños de la tecnología. Esto puede llevar al reemplazo de otras actividades que son vitales en la infancia, por ejemplo las actividades físicas o artísticas, el juego de fantasía y la exploración de la naturaleza. Dichas actividades contribuyen al desarrollo motor, a la creatividad y a la imaginación y, sobre todo, les permiten mostrarse más activos y modificar su entorno, en lugar de recibir información pasivamente. Por otro lado, a los padres se les hace más difícil supervisar el tipo de contenido al que acceden sus niños, lo cual puede exponerlos a información que no es apropiada para su edad, generando mucha confusión en ellos. Por eso, es importante que los padres no sólo limiten el tiempo que invierten los niños en el empleo de aparatos tecnológicos, sino que también estén presentes y accesibles para resolver las dudas que puedan surgir.
La desconexión que implica la tecnología. Es bastante común que los padres pasen una gran parte del día conectados a sus computadoras y mandando correos desde sus celulares incluso mientras comparten tiempo con sus hijos. Naturalmente, esto afecta el vínculo y la comunicación con los niños, quienes se sienten dolidos porque no están siendo lo suficientemente mirados ni escuchados por sus padres. Al dejar pasar estos momentos de vínculo, los padres trasmiten la idea de que los aparatos tecnológicos son más merecedores de atención que las propias personas. Tal vez sea por ello que los niños empiezan a imitar rápidamente este comportamiento, mostrándose cada vez más absortos en sus juegos o aplicaciones y descuidando las relaciones cara a cara.
Finalmente, se puede concluir que la tecnología en sí no es un problema y que efectivamente resulta atractiva porque puede hacer más fáciles algunas tareas parentales. Sin embargo, es importante que los padres no abusen de este recurso, ya que se puede convertir en un obstáculo en la relación con sus hijos. La tecnología no reemplaza las funciones y la presencia parental, por ello es fundamental que los padres se esfuercen por comprender a sus niños y por acompañarlos en los momentos de frustración. También, es importante que les dediquen tiempo para jugar juntos y realizar otras actividades que les permitan conocerlos, conversar y disfrutar de la compañía del otro. Es cierto que vivimos en una época en la que no se cuenta con mucho tiempo, pero también es cierto que lo importante es la calidad, mas no la cantidad.