Aunque en ambos casos se asiste con la fantasía del bienestar y en pro de la salud mental; la forma en que éstas se aproximan al receptor es distinta. La consulta psicológica, por su parte, suele ser individual, el número de sesiones no está determinado, cada una de las sesiones dura aproximadamente 50 minutos y puede estar dividida en sesiones de evaluación psicológica, otras de entrevista, y otras de psicoterapia. Por su parte, el paciente llega con un motivo de consulta particular a la primera sesión y se trabaja en torno a eso y posteriormente en torno a otras problemáticas que van surgiendo en el proceso.
En cambio, los talleres tienen un corte psicoeducativo, ya que incentiva una situación de enseñanza-aprendizaje haciendo énfasis en la dinámica grupal y con una metodología activo-participativa. Suelen estar dirigidos a un grupo de personas, tienen un número de sesiones determinado, las cuales están divididas en una parte teórica y otra vivencial. No es necesario que el paciente tenga un motivo de consulta particular, ya que se plantea un tema y asiste quien cree que podría interesarle o quien desee desarrollar algún tipo de habilidad particular, por ejemplo en un taller de habilidades sociales o un taller para familiares que viven en casa con una persona que presenta algún trastorno mental.
Se recomienda que si se tiene un motivo de consulta específico, ya se individual, de pareja o familiar, se acuda a consulta psicológica ya que la atención estaría focalizada en el paciente y se requeriría un espacio clínico, a diferencia de un taller en el que se esperaría que el grupo interactúe con otras personas que acuden a este por las mismas razones y que por tanto podrían orientarse y apoyarse entre ellas.
En el caso de pacientes que tienen un diagnóstico clínico, es importante que asista a consultas psicológicas individuales, sin embargo, también podría asistir a talleres que fomenten la inserción social, el desenvolvimiento familiar y un clima saludable.