Por Karen Schang
El éxito o fracaso en la universidad depende de muchos factores que interactúan y confluyen entre sí. Entre ellos encontramos factores personales, familiares, aquellos relacionadas al sistema institucional y al sistema social. Dentro de los factores personales, los aspectos afectivos y motivacionales podrían llegar a predecir en gran medida el fracaso académico igual o hasta más que los aspectos intelectuales. Los estudios actuales corroboran que la inteligencia no explicaría del todo el fracaso universitario. Se han identificado aspectos emocionales que deben considerarse. Ello hace necesario la investigación de otras variables que podrían incidir mucho más, tal como la autoestima, la depresión y la ansiedad.
Los factores motivacionales también conforman factores personales que juegan un papel importante. En qué medida nosotros atribuyamos a factores internos o externos nuestros éxitos o fracasos, determinará en gran medida el resultado que podamos obtener de nuestros esfuerzos. Será más probable que una persona persista en un trabajo si considera que el éxito depende de su esfuerzo a que si lo atribuye a su capacidad intelectual o a factores externos a sí mismo, tales como la suerte o a factores no controlables. En estudios recientes, incluso se ha encontrado que la mayoría de estudiantes que desertan del sistema educativo consideran como principal causa factores externos y no se hacen responsables de ello, lo que evidencia cierta dificultad para afrontar un fracaso y reconocer cómo ellos son responsables de las consecuencias de sus acciones, en qué medida son agentes activos en el medio. Aquello que podría determinar el fracaso en la universidad podría estar relacionado con las aptitudes, características de la tarea y la motivación, expectativas e intereses de la persona.
La manera en cómo afrontamos las expectativas del entorno y cómo instrumentalizamos nuestros recursos para hacerle frente a estas demandas también es un aspecto importante a considerar. Hay algunas personas que pueden mostrar en mayor o menor medida susceptibilidad ante la presión de un rendimiento académico socialmente aceptable. En la medida que un estudiante sienta que no puede controlar esta situación de alta exigencia académica, no llegará a desarrollar mecanismos adecuados para hacerles frente a estas demandas. La ansiedad asociada a la expectativa del rendimiento académico y a factores sociales sería un factor movilizante para el estudiante. El desempeño académico visto desde la perspectiva de una situación de obtención de éxitos o fracasos puede influir en la autoestima. Si el estudiante interpreta como fracaso ciertas situaciones como repetir algunos cursos y/o retirarse de estos, puede originar en él insatisfacción personal, desmotivación e incluso baja autoestima, lo que perpetúa aún más la sensación de haber fallado y/o fracasado y disminuye la probabilidad de perseverar en el intento.
Con el objetivo de contextualizar estos aspectos descritos previamente que podrían llevar a que las situaciones sean percibidas como un fracaso universitario, no podemos dejar de tomar en cuenta un aspecto importante: la edad. Actualmente, el ingreso a la universidad se da generalmente entre los 17 y 22 años, edades correspondientes a la adolescencia y adultez temprana. Este periodo de la vida comprende diversos cambios de índole cognitiva, emocional y social que pueden impactar en la manera en cómo el estudiante responde a las demandas del medio. El adolescente debe tomar una decisión difícil a una edad temprana: la elección de su carrera, cuando de pronto aún se encuentra en un proceso de formación de identidad, de reconocerse a sí mismo, sus gustos, preferencias y aptitudes, lo que puede dar lugar a que elija determinada carrera no por elección propia, sino por la influencia del entorno, ello incluiría en la motivación que muestre en sus estudios universitarios. En este periodo de la vida, se dan cambios en el pensamiento, el adolescente cuenta con la capacidad de hipotetizar y comprender que sus actos tienen consecuencias, en este caso, comprenden que en caso no realicen una serie de comportamientos que los lleven a cumplir con las exigencias del contexto universitario, puedan presentar dificultades para obtener logros académicos deseados. Además, surge la omnipotencia del pensamiento, es decir, el pensar que tienen todas las respuestas y el control sobre lo que sucede alrededor, lo que puede llevar a que ciertos errores en sus decisiones, sobre todo si se encuentra en un contexto en el que la dinámica con respecto al colegio cambia: los profesores universitarios dan mayor libertad de elección a los estudiantes con el objetivo de promover que el estudiante pueda hacerse cargo de sí mismo. Finalmente, para el adolescente las relaciones sociales son sumamente importantes e incluso llegan a ser un punto de apoyo importante, la pertenencia a grupos les da una noción sobre quiénes son y en qué tipo de personas desearían convertirse, por lo que las opiniones y evaluaciones externas son en esta etapa de suma importancia. En ese sentido, aquello percibido como fracaso en este etapa de ingreso a la vida adulta podría llegar a ser muy movilizante en caso no se cuente con el apoyo del entorno para acompañar y hacerle frente a esta situación.
Fuentes:
Contreras, Katherine; Caballero, Carmen; Palacio, Jorge; Pérez, Ana María. Factores asociados al fracaso académico en estudiantes universitarios de Barranquilla (Colombia) Psicología desde el Caribe : https://www.redalyc.org/pdf/213/21311866008.pdf
Manuel Marín, Eduardo Infante y Yolanda Troyano. El Fracaso académico en la universidad: aspectos motivacionales e intereses profesionales. Revista Latinoamericana de Piscología. Universidad de Sevilla, España: https://idus.us.es/xmlui/bitstream/handle/11441/73318/El%20FRACASO%20ACAD%C3%89MICO.pdf?sequence=1&isAllowed=y