Por Alvaro Silva
Una vez un familiar me preguntó: “¿Tú crees que todos deberíamos ir al psicólogo o solo los que lo necesitan? La pregunta me quedó dando vueltas, ¿Quiénes lo necesitarían? Antiguamente el concepto de salud mental estaba asociado a los manicomios, camisas de fuerzas, alucinaciones e intentos suicidas. En el imaginario social persistió la idea de que solo se asistía al psicólogo si es que estabas “loco”, “rayado” o al menos al límite de perder la cordura. Es decir, solo las personas con graves patologías debían ser las que consultarán a un profesional de salud mental. Si lo hacías era porque estabas con los chicotes cruzados o eras muy débil para hacer frente a las dificultades de la vida.
Ni débil, ni loco. Valiente y cuerdo. Cuerdo para reconocer que le podría venir bien un apoyo para su bienestar emocional y valiente para abrir poco a poco su intimidad ante una nueva persona dispuesta a escuchar y ayudar y juntos enfrentar los propios demonios internos.
Todos en algún momento hemos tenido que enfrentar problemas, circunstancias adversas o conflictos, tanto externos (de nuestro entorno cotidiano), como internos (pensamientos o emociones contradictorias que nos abruman). En el Perú más de 4 millones de personas se ven afectados por algún tipo de problemática de índole psicológica. Sin embargo el número de personas que busca ayuda es bastante menor de lo que se esperaría. Muchas personas prefieren recurrir antes a múltiples opciones, como libros de autoayuda o charlas, muchas de las veces excusándose por el tiempo o dinero que demandaría ir a una terapia psicológica. Sin embargo, por más que ayuden a mirar las cosas de manera distinta, el verdadero cambio viene desde un mismo. No existen formulas universales. Incluso el psicólogo no va a ofrecer las soluciones para las situaciones del paciente, sino que juntos en una relación de confianza y absoluta confidencialidad se aventurarán en el mundo interno del paciente para poder analizar aquello que siempre estuvo dentro de uno pero que nunca antes fue analizado.
Para acudir al psicólogo no es necesario atravesar problemas muy graves. Así como al nutricionista no solo van personas con problemas de peso, también las que quieren mantener una alimentación saludable. Una terapia psicológica sirve tanto en las buenas, como en las malas. Si bien ante los problemas graves efectivamente una terapia psicológica resulta de gran ayuda, hay mucho más. Un profesor muy querido una vez me dijo: “La terapia funciona cuando uno está mal, pero funciona mejor cuando está bien”. Nadie está libre de episodios de ansiedad, rabia, estrés, tristeza, pérdidas, etc., y una terapia puede ayudar a disminuir los síntomas, y así reducir el sufrimiento. Sin embargo, cuando la mente esta despejada de la tempestad de los pensamientos y emociones conflictuantes, uno puede empezar a auto observarse, a pensarse, ser entendido y entenderse, a tomar mayor consciencia de uno mismo, tanto de lo positivo como lo negativo y lograr una mayor armonía entre ambos. Tratando de responder a la pregunta de ¿Quiénes deberían ir al psicólogo? Todos aquellos que tengan el deseo de hacerlo. Hacerlo porque alguna dificultad o problema que sientan que no les permite disfrutar plenamente de su cotidianeidad, así como aquellos que quieren conocerse y comprenderse mejor.