Por Patricia Manayay
Las familias suelen atravesar etapas en las que surgen dificultades las cuales pueden ser pasajeras o en ocasiones duran mucho más. Es importante mencionar que cuando existe un malestar en la dinámica familiar tiende a afectar a todos los miembros y este malestar puede ir en aumento si es que no se interviene de inmediato. Las dificultades pueden ser diversas: cambios en la etapa de desarrollo de algún miembro: adolescencia, vejez, etc; problemas económicos; la enfermedad física o mental de algún miembro de la familia; mudanza, relaciones disfuncionales, etc. En caso la familia reconozca que le cuesta hacerle frente a sus dificultades es que surgen otras alternativas como la terapia de familia.
La terapia familiar es un tipo de intervención terapéutica en la que “el paciente” es el grupo primario: la familia y su interacción; es decir, durante la sesión participan los miembros de la familia y el terapeuta. Al igual a una psicoterapia individual, en la terapia de familia también es importante que los miembros acepten iniciar el proceso, en ese sentido participan los que voluntariamente así lo deciden. Así también, la duración de la sesión es la misma, 50 minutos aproximadamente.
Inicialmente, el terapeuta recoge información sobre la dinámica familiar y la problemática presentada para luego proponer los puntos que es necesario trabajar. Ya que en este caso el paciente es la familia, es importante no solo los mensajes verbales que cada miembro expresa sino también la interacción no verbal entre ellos: gestos, miradas, silencios, etc. Es así que se busca explorar las fortalezas que posee la familia, la calidad de sus vínculos, el tipo de comunicación, el ejercicio de roles, normas, pautas de comportamiento. Todo esto con el fin de lograr identificar qué aspectos de la dinámica familiar o de sus patrones de interacción está generando dificultades.
Este proceso terapéutico tiene como objetivo mejorar el funcionamiento de la familia; es decir, identificar nuevas y más saludables formas de interacción de tal manera que se corrija aspectos de la dinámica familiar que son la fuente de las dificultades. Así también, mejorar la capacidad de comunicación de los miembros, identificar y fortalecer los recursos con los que cuentan para afrontar sus adversidades, armonizar los vínculos familiares, etc.
Por lo tanto, si se considera que la familia se encuentra en una situación que no le permite relacionarse de manera saludable, es importante considerar este tipo de intervención terapéutica para poder identificar la raíz del problema y buscar solucionarlo de tal manera que la familia se convierta en una red de soporte sólida y un espacio seguro para el crecimiento de todos sus miembros.