Por Patricia Manayay
Se dice que la adolescencia es una etapa complicada, de rebeldía, de cambios y esto facilita que surjan diversas preocupaciones por parte de los padres en relación a la manera adecuada de acompañar esta etapa de vida de sus hijos. Algunos padres se basan en sus propios criterios, en su experiencia personal o continúan el tipo de crianza que recibieron de sus padres. Por otro lado, los hay quienes optan por recibir una orientación profesional y esto sucede, en ocasiones, cuando ya se hace evidente las dificultades en la relación con su hijo o hija adolescente.
Tomar la decisión de acudir a un psicólogo implica variadas preguntas sobre dicho proceso: ¿Cómo es la terapia de adolescentes?, ¿De qué sirve? ¿Qué hacen los psicólogos con los adolescentes? Pues bien, para iniciar una terapia es necesario primero escuchar la preocupación que traen los padres en relación a su hijo o el motivo por el que consideran necesario iniciar un proceso, ya que por ser menores de edad, son los padres los responsables de su cuidado. Además, es sumamente importante también escuchar la opinión del mismo adolescente para poder entender cuál es su percepción y su sentir sobre lo que sucede. Una vez que se tenga una mirada integral sobre el adolescente, sus vivencias y su entorno es posible identificar qué aspectos son importantes empezar a trabajar y se da paso a la terapia.
La terapia con un adolescente consiste en sesiones en las que el que terapeuta acompaña al adolescente en sus inquietudes, angustias, intereses, expectativas y demás procesos por los que atraviesa en relación a su edad. Es así que se busca ofrecer al adolescente un espacio seguro y de contención para recibir lo que necesita expresar e ir poco a poco atravesando cada aspecto de vida de la manera más saludable posible; es decir, a nivel individual, social, académico, etc.
En ese sentido, el proceso terapéutico consiste en sesiones en las que el terapeuta trabaja conjuntamente con el adolescente en la tarea de atravesar diversos procesos y es el mismo adolescente quien tiene un rol principal para afrontar los llamados “retos del desarrollo” como por ejemplo: la búsqueda de su propia identidad, el paso a ser una persona con mayor autonomía e independencia, afrontar los cambios físicos que atraviesa, identificar sus intereses o preferencias vocacionales, lograr un red social de soporte saludable, etc. Es así que, los adolescentes suelen aprovechar el espacio para resolver inquietudes respecto a temas como la sexualidad, las drogas, la presión grupal, les elecciones vocaciones, preocipaciones familiares o respecto al futuro en general.
Además, estas sesiones se desarrollan a través de la palabra; es decir, el diálogo entre ambos, pero también el juego es herramienta terapéutica importante que se utiliza según la preferencia de cada adolescente o si el proceso lo demanda, ya que si hay una carga de angustia presente, el juego sirve como un canal de desfogue. Por otro lado, el rol de los padres no es ajeno a este proceso, ya que se sugiere que el diálogo con el terapeuta sea constante en la medida que también se busque fortalecer aspectos de la dinámica familiar con el fin de que el vínculo con su hijo sea armonioso y saludable. Se trata por lo tanto de una intervención en equipo, cuyo foco e interés principal es el bienestar del adolescente.