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Por Belen Pappalardo
La elección de una carrera es un complejo y muchas veces confuso proceso frente al cual todo adolescente lucha. Hasta ese momento los padres han sido los responsables de tomar diversas decisiones respecto a la vida de sus hijos.
Sin embargo, la elección de una profesión es la primera decisión de su futuro que el joven toma por sí mismo, independientemente de sus padres. Sumado a ello, se da en una etapa donde su identidad aún está en construcción, todavía están descubriendo quienes son y qué quieren hacer en su vida. En ese contexto, el adolescente puede llenarse de dudas que lo invaden ¿qué carrera elijo? ¿elijo lo que me gusta o en lo que soy bueno? ¿elijo lo que quiero yo o lo que quieren mis padres? ¿qué es realmente lo que quiero?
A raíz de todas estas dudas, muchos jóvenes inician estudios universitarios aún sin saber realmente qué desean, lo cual desencadena en posteriores cambios de carrera a medida que aclararan sus intereses. Sin embargo, esta situación puede llevar a múltiples frustraciones. La decepción de dejar una carrera atrás, y el temor a mostrar a la familia este nuevo deseo. Considerando la alta frecuencia de estos casos creo importante cuestionarnos ¿qué ocurre con los jóvenes en la elección de su carrera? ¿qué factores pueden interferir en dicha decisión?
El ambiente familiar y los vínculos cercanos tendrán un impacto significativo en la elección vocacional. Aquí entran en juego las personas que el joven toma como modelos identificatorios. Dichos modelos son incorporados, y serán de influencia respecto a los deseos e intereses que se consolidarán.
Comienza entonces un momento de descubrimiento e introspección, que implica el comenzar a pensarse a sí mismos, el comprender qué le gusta y qué no, el imaginar su propio futuro. Idealmente, todo este proceso de cuestionamiento se podrá desarrollar libremente, pero no siempre es así. Existen a veces presiones y expectativas de parte de los padres para que sus hijos tomen ciertos caminos.
Padres que desean que sus hijos estudien los mismo que ellos, o que prioricen carreras más académicas, o profesiones que se imaginan brindarán mayor estabilidad económica. Los jóvenes pueden sentir que deben cumplir ciertas expectativas, y a veces hasta elegir carreras en base al deseo de los padres en lugar del propio. El adolescente debe ser acompañado en todo su proceso de elección, y si se siente lo suficientemente apoyado por sus padres, lo atravesará con libertad y seguridad, permitiéndole acercarse más a su genuino deseo.
También pueden aparecer presiones internas, temores frente a la elección, miedo al fracaso, angustia ante la propia independencia. Todo ello puede interferir y dificultar aún más la decisión. En caso surjan con intensidad estas presiones y miedos, se debe tomar en cuenta la posibilidad de buscar ayuda terapéutica que permita elaborar las angustias del adolescente, y así acompañarlo en la búsqueda de sí mismo.
Finalmente creo importante considerar cómo entran en juego expectativas de la sociedad en la que vivimos. Actualmente se espera que seguido a terminar el colegio, se dé el ingreso a una universidad o instituto.
Usualmente esto es en una edad temprana, previo a los 18 años, donde no todos tienen mucha claridad respecto a lo que quieren. A pesar de ello, se espera que elijan antes de terminar el colegio, con el fin de ya postular a la institución deseada. Esto no toma en cuenta que el desarrollo de cada persona es diferente.
Hay que aceptar los tiempos de cada uno para que se permitan explorar sus deseos y posibles caminos, en lugar de apresurar una decisión aún no clara.Tomar una decisión de tal impacto en el futuro es complejo. Al elegir una carrera se dejan de lado otras, se toma un paso hacia el futuro, hacia la adultez. Es importante que el joven explore libremente, apoyado por las personas que lo rodean.