Por Paola Castellanos
Los días de los niños suelen estar llenos de actividades, desde las escolares que se inician muy temprano en la mañana; hasta algunas extracurriculares o deportivas que usualmente se realizan durante las tardes. Por esto, es necesario que los pequeños encuentren momentos propicios para un descanso adecuado, de manera que el cansancio no interfiera con su desenvolvimiento durante el día. Esta es la importancia del sueño, cumplir una función reguladora y reparadora en el organismo, y recomponer la energía consumida durante el tiempo dedicado a las actividades.
Durante las horas de sueño, el cuerpo produce y segrega sustancias químicas que fortalecen el sistema inmunológico frente a las infecciones y enfermedades; así también, es el momento por excelencia en el que se segrega la hormona del crecimiento; y es durante el sueño profundo que se regeneran procesos mentales y de aprendizaje, así como se consolida el almacenamiento de información en la memoria a largo plazo. De esta manera, las horas de sueño favorecen tanto al crecimiento y salud física del niño, fortaleciendo sus defensas; como también fomentan el desarrollo cognitivo, al facilitar el aprendizaje de nuevos conceptos que deben ser grabados en la memoria. Por otro lado, la falta de sueño puede provocar estados emocionales alterados como ansiedad, inquietud, o agresividad.
Es importante recordar, que si bien los pediatras recomiendan entre 10 y 12 horas de sueño en el caso de los niños pre escolares, la cantidad de sueño necesaria varía de acuerdo al organismo de cada persona; y deben tomarse en cuenta características particulares del niño para programar sus horarios de sueño. Así por ejemplo, a un niño con mucha energía podría serle más difícil acostarse muy temprano porque aún necesitará continuar realizando algunas actividades hasta cansarse. Esto no significa que se deba permitir a los niños acostarse a distintas horas según les provoque, pues esto puede interferir con un adecuado descanso; sino que deben tomarse en cuenta las variaciones individuales al momento de establecer normas y horarios respectivos al sueño. Por lo tanto, se puede decir que no existe una cantidad de horas de sueño definitiva en el caso de los niños, ya que algunos pueden requerir más, o menos horas, pero sí es importante que exista regularidad en el periodo de descanso, así como en las condiciones que lo favorezcan y que eviten que sea interrumpido.
El momento de acostarse
El sueño es un momento de reencuentro con uno mismo, con lo ocurrido en el pasado y a lo largo del día, incluyendo lo agradable y desagradable. Sobre todo en el caso de los niños pequeños, se trata de una de las pocas actividades que realizan por sí solos y sin el acompañamiento de una figura cercana y cuidadora. Por esto, también puede ser vivido como un momento de separación y soledad, que conlleva una experiencia inquietante e incluso triste. Es importante comprender que estas sensaciones pueden generarse en nuestros niños, para brindarles un acompañamiento previo que los calme y los contenga frente a una situación que podría estarles costando.
En esta línea, debemos entender el momento de ir a acostarse como la última actividad dentro de la rutina del día. Por lo tanto, es importante también que exista un orden en las actividades previas que realiza el niño y que conduzcan a este último momento; así como también en la preparación y anticipación del momento de dormir. Esto ayudará a preparar un ambiente estable y seguro, que favorezca una sensación de tranquilidad propicia para el estado del sueño.
Es recomendable propiciar un ambiente tranquilo que invite al sueño, evitando programar actividades de movimientos físicos o estimulantes justo antes de dormir; sino más bien, propuestas más calmadas como un baño, o lectura de cuentos. Por otro lado, es también importante asegurarse de que el dormitorio del niño sea un espacio cómodo y agradable para dormir, en el que se eviten los ruidos fuertes y pueda utilizarse la luz tenue de una lámpara. Finalmente, la cercanía de figuras afectivamente cercanas e importantes para el niño, como son sus padres, es vital. En este sentido, acompañarlos en su habitación antes de dormir, y crear un momento de compartir con ellos previo al sueño, a través de lectura de cuentos agradables o cantos es también de mucha ayuda. Así, anticiparles que se les acompañará hasta conciliar el sueño, y que luego estarán disponibles por si necesitaran algo, es una manera de hacerles sentir seguros y protegidos.