Por Antoinette Laguna.
A los hombres les enseñaron a ser siempre fuertes y valientes, aprendiendo así de la masculinidad tradicional para ser valorados como “un verdadero hombre”. Sin embargo, la masculinidad tradicional limita distintas áreas de sus vidas, aprisionándolos emocionalmente y generando consecuencias en sus relaciones interpersonales. Es así que surge como alternativa nuevas masculinidades positivas, concientizando sobre los beneficios de no asumir una única forma de ser hombre y la responsabilidad de romper con conductas dañinas para sí mismos y los otros. Por ello, es importante repensar la masculinidad tradicional para construir nuevas masculinidades positivas que posibiliten vidas más satisfactorias, con ello una sociedad más justa y libre de violencia.
¿Qué significa la masculinidad tradicional?
Pensemos en qué difícil es ser hombre y la presión que supone encajar en el ideal masculino tradicional. Se espera que un hombre sea fuerte, física y emocionalmente, capaz de mantenerse calmado en los obstáculos que transita. La mejor prueba de masculinidad es no expresar las emociones; sin embargo, es aceptable demostrar agresividad, ya que invisibiliza la vulnerabilidad. En esto, los hombres también sufren violencia de otros hombres, desde agresiones físicas hasta sexuales, lo cual suele ser silenciado, pues provocaría el cuestionamiento de su masculinidad. Asimismo, se les atribuye una superioridad sobre las mujeres, ejerciendo control sobre sus vidas. Es así que la masculinidad tradicional mide cuán hombre se es frente a los demás y rechaza toda asociación hacia lo femenino. Sostener estos mandatos culturales implica un costo entre los mismos hombres y también para las mujeres.
¿Cómo afecta la masculinidad tradicional?
En nuestra realidad vemos las consecuencias de la masculinidad tradicional, y si bien existen privilegios que poseen los hombres, la interiorización de esta masculinidad causa dolor. El contacto con el otro se ve limitado, así los vínculos de amistad entre hombres suelen excluir conversaciones íntimas o abrazos, pues resulta contrario a lo masculino. Las relaciones de pareja se ven envueltas por palabras y caricias no expresadas, el inadecuado manejo emocional de conflictos hasta el sentimiento de autoridad en la vida del otro; evidenciándose peligros como la creciente violencia hacia las mujeres. El vínculo paterno se enfoca al rol de proveedor, distante de las actividades domésticas y el cuidado familiar. Estos son vínculos fundamentales en las vidas de los hombres y su pérdida causa sufrimiento; por tanto, la masculinidad tradicional anula posibilidades de ser, sentir y vivir en estos ámbitos.
¿Qué son las nuevas masculinidades positivas?
Frente a la masculinidad tradicional resulta necesario construir nuevas masculinidades positivas, que permitan cambiar la manera de comprender el ser hombre, incluso desde la mirada de las mujeres. La masculinidad positiva implica la libertad de expresar las emociones tanto en el ámbito íntimo como el social, desde la alegría, el miedo, la sensibilidad hasta la tristeza. La capacidad de vivir en relaciones sanas, en respeto, comunicación y conciliación de las diferencias, permitiendo vínculos profundos y significativos. Es importante enfatizar que las masculinidades positivas promueven la diversidad de género, desenvolviéndose los hombres a partir de la pluralidad de expresiones que son válidas de vivir. Estos aspectos contribuyen a una masculinidad que brinda mayor valor a los propios deseos de vida e integra y reconoce a los otros desde la igualdad.
¿Cuáles son los beneficios de las nuevas masculinidades positivas?
En primer lugar, permiten a los hombres estar en contacto con sus emociones, aceptarse desde las debilidades y fortalezas, encontrando un equilibrio emocional interno y una mejor autoestima. Ayuda a desarrollar vínculos desde los afectos para experimentar el placer de vincularse no solo con mujeres, sino también con otros hombres, disfrutando el contacto con la pareja y paternidades involucradas en el cuidado de los hijos. El cambio en la masculinidad beneficia a que los hombres se permitan acudir a espacios de psicoterapia para atravesar las penas, frustraciones y crisis en las que necesitan ser sostenidos. Es importante resaltar que el desarrollo de masculinidades positivas previene distintas formas de violencia que afectan a las mujeres, las familias y las diversidades sexuales, lo cual incidirá en la disminución de problemáticas emocionales y sociales.
Por último, es importante acompañar a reflexionar en torno a las nuevas masculinidades positivas desde el diálogo y la empatía, asegurando cambios que se reflejen a nivel social e individual; tarea y aprendizaje constante para los propios hombres y las siguientes generaciones. Finalmente, una masculinidad nueva rompe con los estereotipos de género, posibilitando el autocuidado y garantizando vínculos ausentes de violencia para hombres y mujeres.
Kaufman, M. (1997), “Las experiencias contradictorias del poder entre los hombres”. En: Valdés, Teresa y Olavarría, José. Masculinidad/es. Poder y crisis. Ediciones de las Mujeres No. 24. Isis Internacional/ FLACSO-Chile. Santiago, Chile.
Menjívar, M. (2001). “Masculinidad y poder”. Revista Espiga, 2 (4), 1-8. EUNED, San José.