Por Karen Schang
Los niños reaccionan de distintas maneras en diversas situaciones. Debido a que aún se encuentran en proceso de desarrollo, les cuesta manejar sus emociones e identificarlas. Sin embargo, hay niños que experimentan las emociones de una manera más intensa que otros, y pareciera que reaccionan de una manera más explosiva o se muestran más angustiados de lo común en determinadas situaciones. Estos niños son llamados coloquialmente “niños sensibles”.
¿Cómo son los niños sensibles? Son niños que suelen ser más reactivos a los estímulos del entorno: sienten en mayor medida los olores, sonidos, sabores, sensaciones corporales y detalles del ambiente. Tienen otra manera de ver, escuchar, oler y sentir el mundo. En ese sentido, pueden, en ocasiones reaccionar de maneras que otras personas no comprenden, ya sea mostrándose intranquilos, irritables o llorando por situaciones que los demás podrían considerar insignificantes. Además, se muestran como si tuvieran las emociones “a flor de piel”. Poseen la capacidad empática muy desarrollada, al punto de identificarse con personajes de cuentos y conmoverse con ellos o de experimentar aquella emoción que observan en otra persona. Tienden a estar más atentos a los detalles de los gestos y el lenguaje corporal de los demás. Son niños que disfrutan el contacto físico, ya que les permite calmarse cuando se sienten abrumados por los estímulos que los rodean. Suelen ser muy intuitivos, y creativos, al observar el mundo desde otra perspectiva y guiarse en mayor medida por lo que sienten. ¿Por qué son así? ¿Nacen así o es una característica aprendida? No sé sabe la razón exacta. Sin embargo, se cree que podría tratarse de una característica heredada.
Existen ciertas circunstancias que podrían llegar a abrumar a un niño con estas características. Son situaciones que, en la medida de lo posible, debemos evitar. Una de ellas es los ambientes con mucha cantidad de estímulos de cualquier tipo. Al estar expuesto en este lugar, el niño podría llegar a inundarse de sensaciones que percibe a través de sus sentidos al mismo tiempo y su manera de manifestarlo será el llorar, mostrarse irritable, inquieto, ansioso, incluso reaccionar de manera agresiva. Otra situación que podría llegar también a movilizarlos serían los cambios abruptos en su rutina, el no avisarle con anticipación sobre un cambio como por ejemplo una mudanza, la ausencia o viaje de algún familiar cercano, entre otros. Cualquier situación que podría afectarle naturalmente a un niño, a los niños sensibles les afecta aún más.
Es importante estar atentos a estas características, para así poder saber cómo ayudar al niño y pensar qué puede estar comunicando y necesitando en cada momento. Inclusive, en ocasiones, estas reacciones pueden confundirse con manifestaciones de déficit de atención, Autismo o algún tipo de conducta oposicionista. Esto sucede debido a que las reacciones vistas como “exageradas” por el adulto, pueden interpretarse como un berrinche, lo que podría dar lugar a que el adulto deje de buscar comprender lo que le sucede al niño, lo que a su vez incrementaría significativamente la angustia de este último, y por ende, la sensación que está experimentando.
Entonces, nos preguntamos, ¿qué necesitarán los niños sensibles? Ellos necesitan ser contenidos, ya sea físicamente o con la única presencia del adulto que los acompaña e intenta comprenderlos. Además, ser aceptados tal y como son. Es importante recalcar que no se trata de ningún diagnóstico o enfermedad, es simplemente una característica que hay que aceptar y comprender.